martes, julio 20, 2010

Apuntes siguiendo el Mundial de Fútbol: La Pelota es Tuya.


Casi sin darnos cuentas, el ánimo futbolista se ha tomado todas nuestras conversaciones. No soy aficionado al futbol. Hace mucho que no juego en una cancha, ni de tierra, ni aquellas sintéticas que ha proliferado en nuestra zona. Al estadio hace años que no asisto, pero en estos días no cabe escapar a este espíritu de competición, colores, alegría y amor a la camiseta.

Nos hemos centrado en la obvia emoción de ver a Chile tras 12 años de ausencia en el escenario mayor del balompié, el Mundial, como espectáculo futbolístico esencial no debe pasar a un segundo plano, ni menos como mera referencia de aquello que acontecerá con el equipo de Marcelo Bielsa. Estamos expectantes y nuestras tareas cotidianas serán realizadas considerando este escenario, por ello las empresas han generados diversos mecanismos para ver los partidos, sin interrumpir el devenir productivo. Es un hecho, este mundial se verá en el trabajo, y para muchos la única pantalla será la del computador de la oficina.



Asimismo, comienza una época de interrogantes, críticas e interesantes conversaciones sobre la mejor táctica, las equivocaciones y aciertos de nuestras estrellas y su entrenador. Paralelamente, nuestras calles han sido invadidas por entusiastas comerciantes de la tricolor, además se nos hacho común ver como una gran caja de LCD es subida a duras penas en el maletero de un colectivo o como también es cargada con enorme alegría por algún integrante de la familia.

Las ventas de grandes televisores han marcado la pauta en la oferta de las grandes tiendas. Los chilenos queremos ver los partidos con la mejor tecnología, parece ser el slogan de este mundial. Sin lugar a dudas el país ha entrado en la época futbolística, tomando un camino esperado, pero olvidando las preocupaciones que acontecen a nuestro entorno, sobretodo en nuestra región.

Adicionalmente, la Copa del Mundo da la posibilidad de ir respondiendo ciertas cuestiones (profundas y también livianas o anecdóticas) del juego mismo, pero también de la historia de sus protagonistas y el escenario mundialero. Es la pasión por el Mundial la que impone el ejercicio de la reflexión, el análisis y la discusión, el lector convendrá conmigo en no ha existido ningún almuerzo familiar, cumpleaños infantil u otra celebración, en que últimamente el tema central no sea el futbol.

Y el futbol es también una fuente inagotable de ciertos elementos que pueden ponerse al servicio de nuestra cultura y que en esta reflexión son también una invitación: el trabajo bien hecho, la estrategia, técnica y planificación para el logro de nuestros objetivos, aspectos que sumados a la motivación pueden dar fuerte impulso motivador, sobretodo en zonas como la del Maule, que por ratos ha perdido la esperanza.


En nuestra cultura, la selección chilena de futbol es sinónimo de esperanza y rigor, sobretodo cuando la Roja se arriesga y juega bonito, dirigida por Bielsa, un estratega que ha dado un nuevo brío a nuestra condición futbolera.

Con pasión los chilenos, ubicados en la oficina o en sus casas frente a un televisor de 42 pulgadas (compradas en igual número de cuotas) comienzan una fiesta que podrá en tensión todas nuestras capacidades. El nerviosismo se apodera de nosotros con cierta cuota de expectación y adrenalina. Dicen los entendidos que es más fácil ser jugador que hincha.

Las experiencias como jugador del balompié son muy distintas a las del hincha, obvio que se sufre más en la segunda que en la primera de tales condiciones. Siempre que vemos un partido, aunque sea por TV, queremos ver ganar al equipo de nuestros amores y adicionalmente queremos verle jugar, celebrando los triunfos, pero cayendo en un prolongado mutismo cada vez que el resultado es adverso. Y en cierto sentido, en todo en la vida somos un poco así: publicamos nuestras fortalezas y escondemos nuestras debilidades, como si en la vida sólo existiera el éxito y no tuviera ningún sentido el hecho de fracasar.

Pero también este mundial, que se desarrolla al sur del continente más pobre del mundo nos ha servido para conocer otra cultura. Los programas de televisión se han esforzado por comunicarnos, a veces imprecisamente, que África es igual a Sudáfrica (ciertamente esto es una verdad a medias). Este continente, del cual muy poco sabemos, (pero que me acogió por tres años), es hoy el centro de atención mundial, pero lamentablemente, igual de rápido como se ha convertido en el centro, pasarán al olvido los enfermos de Sida, de malaria, los que viven en campos de refugiados, los niños y niñas que sufren la desprotección, características presentes en África y Sudáfrica.

(Publicado en revista Comunicando Junio de 2010)

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