miércoles, agosto 04, 2010

La Virgen del Carmen visita a sus hijos para darles consuelo y esperanza


Con devoción nuestra Universidad Católica del Maule recibió el pasado 21 de Julio la visita de la Virgen del Carmen Misionera, actividad enmarcada en el recorrido que realiza por nuestro país la imagen junto al Evangelio de Chile enviada por el Papa Benedicto XVI, con motivo de la celebración del Bicentenario.

Junto a la Virgen del Carmen, Patrona de Chile, venía también un elevado número de sentimientos que otorgan mayor esperanza en los días actuales. La figura de la Virgen del Carmen, es en nuestra cultura, una figura motivadora y sobretodo esperanzadora. Hemos sido testigos de las muestras de fe, cariño y amor con que académicos, estudiantes y trabajadores reciben esta visita.

La devoción a la Virgen del Carmen en nuestro país es notable, y está arraigada desde el mismo día de la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI. Por esos años, Santa Teresa de Ávila hacía esfuerzos para que la espiritualidad carmelitana llegara al continente americano.

Es destacable que la Armada española está consagrada a la Virgen del Carmen, y no es de extrañar que la práctica de dicha piedad haya venido con ellos y se haya difundido en tierra americana. Sobre ello, el Papa Pablo XVI diría a los obispos chilenos en 1974 “su devoción ha ido enraizándose cada vez más entre vosotros, llegando a constituir una faceta importante y dinámica de vuestra religiosidad y ayudándola a encarnarse en las realidades de cada momento”.

Considerando lo señalado por Pablo VI, es la figura de la Virgen del Carmen, que impregna cada uno de nuestros momentos históricos y forma parte de nuestra identidad de Latinoamericana. Pablo XVI afirma que María es “un elemento genuino de la piedad de la Iglesia” y Juan Pablo II concluye que: “la devoción a María pertenece a la identidad de los pueblos latinoamericanos” (Homilía en Zapopan, México), siendo una afirmación conmovedora en su realidad humana: “el pueblo reconoce en la Iglesia la familia que tiene por Madre a la Madre de Dios”, sin lugar a dudas, América Latina es una tierra agradecida de María.

En nuestro continente, la devoción a María tiene sus momentos fuertes en las festividades marianas del ciclo litúrgico, pero también posee ocasiones de especial concentración en los grandes santuarios de cada país y aun de cada región. En el Maule, son varios los centros religiosos que son refugio y protección del amor a María.

Adicionalmente, se entreteje un manto multicolor con que se cobija el pueblo de América y pertenece a su patrimonio religioso, folclórico, cultural y artístico. Como hemos dicho esta devoción mariana pertenece a la identidad de nuestros pueblos y es lo que lo distingue específicamente de otras confesiones religiosas. Esta devoción se evidencia en la consagración a María de personas, pueblos, lugares y ciudades y también se aprecia en cuadros y altares en todos los hogares, en oraciones y mandas. Hay tradiciones de tipo artístico tanto en pintura y escultura y más fuertemente en la música y literatura. Muchos de nosotros hemos consagrado nuestros patrimonios a la figura de la Virgen, en nuestra zona, siembras, cosechas y vendimias se consagran a nuestra Madre, pero también nuestras descendencias.

La devoción a la Virgen María es uno de los grandes tesoros de los pueblos de América Latina, donde pastores y evangelizadores estamos invitados a mantener viva e inculcar, defender y catequizar para que siga siendo un faro a seguir en nuestro camino. Esta devoción a la Virgen del Carmen y la devoción mariana del pueblo latinoamericano, en general, se nutre de raíces teológicas antiguas y muy profundas, que permiten esperar frutos fecundos de vida cristiana.

La cercanía de la Virgen del Carmen la experimentamos cercana en el dolor, la vemos en los que sufren, y la invocamos en la oración. Aún en los momentos más oscuros que nos ha tocado vivir, como en los días posteriores al terremoto, surge el consuelo de María de fondo del alma, a veces “entre lágrimas, una mirada entrañable a una imagen querida de María” (Recordemos el Mensaje de Aparecida, N°261) que calma las tormentas y devuelve la paz. Esta experiencia esperanzadora no se olvida, y la transmitimos entre nuestros amigos y familiares, también en las escuelas y nuestros trabajos. No cabe duda que Chile está marcado por gestos y expresiones de gratitud a Ella.

Con vigor y con toda legitimidad, señalamos que Nuestra Señora del Carmen puede ser llamada Reina y Madre de Chile basados en los hechos y en la teología. Paralelamente, creemos que en los duros días presentes, en que hemos sentido perdida la esperanza y el espíritu de comunidad, desde el cielo María está intercediendo para que sus hijos hagamos de “Chile una mesa para todos”.

En estos días en que requerimos auxilio y protección, terminamos estas líneas recordando al Papa Juan Pablo II cuando visitara el templo votivo de Maipú:

¡Santa María de la Esperanza,
Virgen del Carmen y Madre de Chile!
Extiende tu escapulario, como manto de protección,
sobre las ciudades y los pueblos, sobre la cordillera y el mar,
sobre hombres y mujeres, jóvenes y niños,
ancianos y enfermos, huérfanos y afligidos,
sobre los hijos fieles y sobre las ovejas descarriadas.


Columna Publicada en Revista Comunicando - Julio de 2010

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